Las princesas de Ubud
El pasado 18 de Marzo se respiraba una fragancia especial en las calles de Ubud, uno de los pueblos más pintorescos y de mayor relevancia cultural de la isla de Bali. Decenas de lugareños caminaban por las calles cargando ramos de flores y adornos, rumbo a Puri Agung Ubud, el palacio principal de la familia real. Era un día grande para la ciudad. Ichiro Sukawati, hijo de Tjokorda Putera Sukawati – quien en tiempos anteriores a la república de Indonesia habría sido el Rey de Ubud – se casaba con Cokorda Istri Julyana Dewi, del Palacio Puri Anyar. También se casaba el primo de Ichiro Sukawati, Dharma Putra Sukawati con Gusti Ayu Mahadewi, ambos de familia noble balinesa.
El señor Pande Sutawa, secretario de la casa real, me contó que era la primera vez que organizaban una doble boda real de dos príncipes a la vez. Según él nunca había sucedido anteriormente. Me contó que la apretada agenda de la casa real hacia muy difícil celebrar dos bodas reales ese año. Por otra parte, teniendo en cuenta la implicación y participación del pueblo en la organización de la ceremonia – fueron los lugareños los que se encargaron de la decoración y de traer las ofrendas a los dioses – no podían someter a su pueblo a un evento de tal envergadura dos veces en el mismo año, así que decidieron celebrar las dos bodas conjuntamente.
Dentro del palacio el aroma era aun más intenso que en la calle, mezclándose el olor de las flores con el de la fruta ornamentada que utilizaron para la decoración del palacio. A las puertas se agolpaban lugareños y turistas con cámara en mano intentando conseguir una instantánea. Solo los invitados podían entrar. Entre ellos, personalidades del mundo de los negocios, de la política y de los medios de comunicación.
Por la mañana, sobre las nueve, se celebraría el Mekalan-kalan, ceremonia principal en la tradición balinesa que marca la transición hacia la vida conyugal y el compromiso de construir una familia. Los familiares más cercanos y los medios de comunicación, esperaban en el templo la llegada de las dos parejas. Cuando llegaron, y los invitados pudieron contemplarlos por primera vez, ni la fragancia de las flores ni la ostentosidad y opulencia de la decoración eclipsaron a las que se convertirían en las verdaderas protagonistas del acontecimiento: las princesas Istri Julyana Dewi y Gusti Ayu Mahadewi. Los asistentes las llamaban Las Princesas de Ubud.
Sentados en el suelo del pabellón principal del Palacio junto a dos supremos sacerdotes y rodeados de familiares y fotógrafos, empezaba la ceremonia de Mekalan-kalan.
Los árboles del Palacio dejaban pasar rayos de luz que atravesaban el humo del incienso y de las cascaras de coco que quemaban como símbolo de purificación. Las mujeres traían ofrendas a los dioses, que los sacerdotes bendecían, al mismo tiempo los príncipes rezaban por su nueva vida de casados mientras los sacerdotes convocaban a los dioses para bendecir a los novios.
La mirada de las princesas se te clavaba como puñales, con una fuerza y una profundidad que parecía estar contando una historia a la que acontecía, quizás fruto de esa experiencia espiritual que estaban viviendo. Esa mirada, conjuntamente con los rayos de luz, el incienso, los rezos y las campanillas que hacían sonar los sacerdotes te transportaban a un mundo onírico lleno de sensaciones difíciles de describir.
La ceremonia nupcial Balinesa tiene un fuerte componente simbólico, mezcla de la religión hindú y la tradición animista anterior a la llegada del hinduismo a la isla. Muchos de los símbolos tienen su origen en los campos de arroz, que es donde radican los valores de la sociedad balinesa.
Los lugareños y turistas seguían pegados a las rejas de las puertas del palacio, esforzándose para ver algún instante de tan esplendida celebración. El Señor Pande me explicó que la monarquía ha conseguido aprovechar su legado y su historia para fortalecer los lazos con su pueblo. El gobierno de la república de Indonesia lo sabe, y lo acepta. La relación entre el gobierno de la república y la monarquía es de cordialidad y respeto. A la ceremonia asistieron personalidades de la política como la que fue quinta presidenta de la república Megawati Sukarnoputri, hija de Sukarno, primer presidente de Indonesia después de la época colonial Holandesa; la Ministra de Turismo y Cultura Mari Pangestu, y el anterior Ministro de Economía y hombre de negocios Aburizal Bakrie, entre otras personalidades.
La ceremonia continúa con los príncipes, que toman el papel de granjeros, portando cestas de comida con la ayuda de una caña de bambú, mientras las princesas hacen de comerciantes con la tarea de vender lo que sus maridos cosechan, como símbolo y compromiso de que serán independientes económicamente y capaces de mantener a la familia.
Tras la ceremonia de Mekalan-kalan, los novios se van, y los asistentes preparan el palacio para la ceremonia de la tarde.
Empiezan a llegar las mujeres recepcionistas, ataviadas con trajes tradicionales y un maquillaje que hacían que sus rostros parecieran de porcelana. Y tras ellas, los bailarines, actores y los gamelan, grupos de música que tocan instrumentos tradicionales del país. Finalmente llegan el resto de los comensales, que tras firmar el libro de invitados, recogían el obsequio que la familia regalaba a todos los invitados – una estatuilla del Palacio de Ubud – y entrarán atravesando los pasillos flanqueados por decenas de mujeres recepcionistas que se inclinaban en reverencia al paso de los invitados sin que la música de los gamelan dejara de sonar.
Hombres y mujeres en Batiks – nombre que se da a las prendas que son teñidas utilizando esa técnica tradicional de Indonesia – seguían entrando para esperar a que salieran los novios para saludarles y darles la enhorabuena.
Por fin, sobre las ocho de la tarde, aparecían las dos parejas bajo la admiración de todos los invitados. Como si de un concurso de mises se tratara, la salida es retrasmitida por un maestro de ceremonias tanto en lengua indonesia como en ingles, y amplificado por grandes altavoces distribuidos por todo el palacio. La ceremonia continúa con el widi-widana, donde los sacerdotes convocan a los dioses y espíritus ancestrales para bendecir a los novios. Después, los invitados se acercarán para saludar y dar la enhorabuena a las parejas de recién casados.
Los altavoces avisan de que el bufé libre esta listo para el deleite de los invitados, que seguían disfrutando de la noche entre charlas, bailes y la música de los gemelan. Y mientras comía y charlaba con los fotógrafos y periodistas que cubrieron el reportaje, intentaba digerir todas las sensaciones que había vivido ese día, y no podía evitar que de vez en cuando, me volviera el recuerdo la mirada intensa y profunda de las princesas de Ubud.
Fotografía y texto: José Bascón, ¡gracias por leernos!